Leo en el
cronista comercial: Emirates Airlines unirá Dubai con Buenos Aires a partir de enero. En la volanta, se aclara: SERÁ LA SEGUNDA AÉREA ÁRABE EN ATERRIZAR EN SUELO ARGENTINO, DESPUÉS DE QATAR.
Luego, casi congratulándose, explica que las alternativas para volar a Medio Oriente o Asia desde la Argentina continúan ampliándose. A los vuelos diarios iniciados en junio de 2010 por Qatar Airways, entre Doha y Buenos Aires, con escala en San Pablo, se sumarán a partir de enero próximo las frecuencias de Emirates Airlines, que comenzará a unir Ezeiza con Dubai, ciudad de Emiratos Árabes Unidos, vía Río de Janeiro.
Sospecho que el servicio no apuesta a llevar turismo vip hacia los emiratos, sino habilitar un corredor aéreo que facilite el control de los negocios locales de los nuevos dueños de la tierra y sus derivados.
Ya en el título, me había asaltado el recuerdo de aquélla declaración del titular de la bolsa de valores de Londres, que en su visita oficial a nuestro país, dejó la frase que resuena en los odidos atentos como una profecía autoproclamada: Argentina será la Arabia Saudita de los Alimentos.
Googleé en las news, la impactante declaración pero no di con la nota que había leido en esa oportunidad. Sin embargo la frase aparece en
otra nota con la firma Andrés Cisneros
exvicecanciller argentino durante los 90, en la que traza un panorama sobre las perspectivas de la problemática alimentaria.
Como no puede ser de otra manera, coherente al pensamiento dominante que representaba, continua alentando las "transformaciones necesarias" para aprovechar las "oportunidades" de la globalización.
Leo con dificultad superando las remanidas apelaciones a instalar "la imagen de país serio", que uno puede traducir sin tergiversar su pensamiento, que se trata sólo de un esfuerzo por las apariencias; y todo eso de "mantener las políticas de estado aunque cambien los gobiernos" que desentraña el gatopardismo de los representantes del establishment local... si superamos esos párrafos,
la nota es de valiosa actualidad aún fechada en marzo del año pasado, aporta datos y realiza un ejercicio de previsión de escenarios futuros que vale la pena repasar.
Dice Cisneros, tomando como fuente, el banco mundial, que "en los últimos cinco años,
el ingreso per cápita del mundo ha crecido más que nunca desde que se llevan registros y no parece ser la expresión de una circunstancia, sino
una tendencia estructural que ha llegado para quedarse."
Claro que eso no significa que se distribuya, ni mucho menos que la pobreza hubiera retrocedido, como bien sabemos desde que la teoría de la plusvalía, plantó un certeza difícil de remover máxime en estos tiempos en que las evidencias empíricas contribuyen a confirmarla tanto en el norte como en el sur.
A renglón seguido, expone su mirada teórica: "Normalmente, una crisis se enfrenta aumentando o disminuyendo o la oferta o la demanda. En este caso, la naturaleza de la matriz alimentaria mundial es tal que no puede intervenirse en el mercado regulando las dos variables. Porque la de la demanda solo tiende a aumentar, de manera que la única alternativa es hacer que crezca la oferta."
Economía de la Oferta otra vez sopa. Neoliberalismo de nuevo....
Los párrafos siguientes son más interesantes,
habida cuenta de la elocuencia de las cifras:
"Atento a que el aumento de la demanda de alimentos tiene un origen estructural, se calcula que, en la próxima década y pico, para el 2020 concretamente, se producirá un incremento del 20% promedio en los precios de las carnes; del 30% en los del azúcar; del 40%/60% en el trigo, el maíz y la leche en polvo; del 60% en las oleaginosas y mantecas; y del 80% en los aceites vegetales."
En ese marco surge clarísimo el rol de nuestro país:
"Argentina ya es el primer productor y exportador de aceites vegetales, el rubro alimentario con mayor pronóstico de aumento sostenido."
Cisneros concluye y afirma:
"Hasta ahora, en sus casi doscientos años de historia, países como Argentina o Brasil solo pesaban en el mundo por razones cuantitativas, por la cantidad de materias primas que podían aportar a un mercado mundial en el que no usufructuaban posiciones dominantes o cuasi dominantes. El futuro puede presentarse diferente. Argentina podría parecerse a una Arabia Saudita de los alimentos."
No podemos dejar de coincidir con las perspectivas en cuanto a la demanda. Pero la pregunta que se nos ocurre, es cómo debería gestionarse la oferta.
La Rioja es actualmente la principal productora del país y en esta cosecha se espera recolectar unas 120.000 toneladas de aceituna, cultivadas en unas 30.000 hectáreas en total, explicaban
desde el gobierno provincial al pedir asistencia para la producción olvícola.
Sin embargo, el
Índice de la FAO para los precios de aceites y grasas bajó el 7 por ciento en marzo, interrumpiendo
nueve meses de incrementos continuados.
Para la Federación Agraria Argentina la situación viene siendo objeto de preocupación, pero el descenso en el índice general de este mes supone una tregua que se agradece tras las continuas subidas que hemos presenciado en los ocho últimos meses, sostiene David Hallam, Director de la División de Comercio y Mercados de la FAO, para el organismo de ONU,
sería prematuro concluir que se trata de una inversión en la tendencia alcista.
Aún cuando la estrategia de los que gestionan la producción de alimentos es similar a la del tero, hacen el nido en un lugar y pegan el grito en otro, es necesario debatir cuál es el destino de los beneficios extraordinarios que tanto en el presente como en el futuro se producen con el esfuerzo colectivo y los bienes comunes. Será nuestro modelo el de Arabia Saudita?
No se puede seguir en la parábola denunciada por Atahualpa Yupanqui, con el desatino de pensar que Argentina producirá los alimentos para que los disfrute el resto del mundo. Así, las penas son y serán de nosotros, y las vaquitas ajenas.
Pensar el futuro implica pensarlo en términos de solidaridad, porque ninguna estrategia que desprecie la justicia social como fundamento de la sociedad, tiene sustento, la historia lo ha demostrado.
Para que el desarrollo sea posible, es necesario revisar el concepto de soberanía, interpretar la necesidad de un imprescindible equilibrio interno para no ceder frente a las tentaciones de afuera, que valiéndose de las desigualdades que favorecen primero al interios de esas sociedades, lenta pero inexorablemente comienzan a desequilibrarlas, bastando un poco de agitación para dejarlas a merced de las misiones internacionales que con pretensiones humanitarias, justifican el bombardeo impiadoso que precede a la ocupación militar.
Luego el asalto final con la ocupación militar completa el saqueo imperial. Irak, Egipto, Libia y Siria son espejos donde no queremos mirarnos, mucho menos en el de la monarquía híper millonaria saudita.
En un lenguaje más universal y en un escenario parecido, pero no similar, de coyuntura por el crecimiento de la población y la carestía de los alimentos, los
anarquistas españoles cantaban:
Porque el burro que come la paja, lleva el trigo para otro corral...