La nota que sigue, la encontré en el portal de la Asociación de Trabajadores del Estado, y es la síntesis de un trabajo realizado por el Instituto de Políticas Públicas del gremio.
Vivimos en un país rico, que asombra al mundo por su crecimiento sostenido de la última década. Pero es indudable que las desigualdades subsiten a pesar de los indicadores macroeconómicos, que no pueden contagiar su euforia a los que todavìa siguen esperando, mientras los de siempre vuelven a descorchar champagna para felicitarse por los logros obtenidos.
Durante las celebraciones de Mayo 2011, se escucho decir que la distribución del PBI, había alcanzado casi el 50% para los trabajadores y el otro 50% para los sectores empresarios... Sin embargo, como enseña el refrán cuando la limosna es grande, hasta el santo desconfìa.
Este estudio propuesto por el IDEP, sostiene que por el contrario, aún con excepcionales niveles de crecimiento, los trabajadores siguen quedando atrás en el reparto. En el cuadro del final cuando se comparan los indices del PBI, con la masa de trabajadores asalariados, puede observarse que de una participación del 26,3% en 2001, desciende al 21,1 en 2010, y si se consideran además de los salarios los planes sociales en general(Plan Jefas y Jefes, asignación universal por hijo, ingreso social por trabajo, etc) la Masa de Ingresos de los sectores populares muestra una situación oscilante que se resume en otra caída del 33% en 2001 al 27% en 2010.
La posibilidad de revisar los datos con las estadísticas oficiales del Ministerio de Economía, incluso del INdeC y también de la CEPAL, son un buen atractivo para verificar la honestidad de estas observaciones. Y lo que se diría más urgente, profundizar la mirada sobre un debate necesario y urgente, donde la venta de simulacros no reemplazará la conciencia de la injusticia social de vivir en un país que produce alimento para casi diez veces el total de su población, y condena al hambre y la miseria a millones de compatriotas.
La nota también puede leerse en su sitio original: IDEP-ATE
"El Fifty-fifty"
POR IDEP- ATE
Claudio lozano: “El Fifty-fifty: Otro falso debate”
Por IDEP- ATE
Para el diputado nacional Caudio Lozano: "la ampliación de la desigualdad y no su disminución fue la que permitió abrir la fase de crecimiento acelerado iniciado a mediados del 2002."
En el presente informe, Lozano analiza el denominado fifty-fifty (50% para los trabajadores y 50% para los empresarios), los niveles de transferencia hacia el sector empresario producido durante los últimos 7 años y da elementos que desmienten la falacia respecto a la participación de los trabajadores en el PBI (48,7%según datos oficiales) para concluir que la ampliación de la desigualdad y no su disminución fue la que permitió abrir la fase de crecimiento acelerado iniciado a mediados del 2002.
Se adjunta el informe Sobre el “Fifty-Fifty: Otro falso debate” elaborado y difundido por Claudio Lozano en el contexto del debate que se entablara entre el Secretario General de la CGT y la Presidenta en el marco de la conmemoración del 1ero de Mayo, en el que se muestra que en los 7 años de la post-Convertibilidad, los trabajadores transfirieron un 41,4% de los ingresos que tenían en 1993, los cuentapropistas transfirieron un 61,6% y los empresarios se apropiaron de un 102,9% más de ingresos.
No se puede pretender alcanzar el fifty-fifty en el marco del actual patrón de acumulación sobre la base exclusiva de atender la situación de los trabajadores registrados, esto aumenta la desigualdad al interior de los sectores populares (en tanto se amplía la distancia entre los asalariados registrados y el resto de los sectores populares). (Ver informe)
En este trabajo, elaborado junto a Tomás Raffo, Ana Rameri, Mora Strasnoy y Agustina Haimovich, Lozano analiza la falsedad del debate en tres planos, conceptual, metodológico y empírico, subrayando que el 48,1% de participación de los trabajadores en el PBI, tal como dijera la Presidenta de la Nación, es una falacia.
Elementos extraídos del informe adjunto:
• Es un debate falso en términos conceptuales. El patrón de acumulación vigente no se funda en la ampliación del salario y la demanda interna como variables claves de su dinámica. Por el contrario, la valorización del capital se sostiene en base a la demanda mundial y al consumo de los sectores más pudientes de la sociedad. En ese marco, es virtualmente imposible que el devenir del proceso de acumulación pueda producir por sí solo una distribución (el fifty-fifty) que es ajena a la lógica de su valorización.
• Es un debate falso en términos metodológicos. Al comparar los datos de la distribución actual con los datos históricos (como por ejemplo el 50,8% de 1954 del primer peronismo ó el 46,9% de 1973 previo al Golpe Militar) se está desconociendo que estas dos series estadísticas no son directamente comparables. Las diferencias relativas a la medición del PBI (a costo de factores vs a precios básicos) y las vinculadas con la economía informal son suficientes para que el propio organismo público encargado de la confección de ambas series aclarara que no se pueden comparar ambas series.
• Es un debate falso en términos empíricos: El 48,1% de participación de los trabajadores en el PBI no está avalado por ningún informe estadístico del INDEC. El último dato oficial, del INDEC intervenido, es del 43,6% perteneciente al año 2008.
De confirmarse el 48,1% anunciado por la Presidenta, estaríamos en el dato más alto alcanzado por toda la serie, y si este dato correspondiese al año posterior al último publicado, es decir si fuera el dato del 2009 (que es el primero que falta anunciar) resultaría que en plena crisis mundial, con recesión en el nivel de actividad que ameritó usar fondos de los trabajadores y los jubilados para sostener el nivel de actividad interna de las empresas (caso REPRO financiado con recursos del ANSES, entre otros), la participación asalariada habría alcanzado un récord histórico, incluso superior, en el relato oficial al momento previo a la dictadura, ya que la serie histórica ubica en 46,9% su último dato en 1973. De ser así, entonces, en plena crisis mundial y local, los trabajadores habrían tenido una participación superior a la que tuvieron en la Argentina industrial, de pleno empleo y asalarización formal extendida que regía previo a la Dictadura Genocida del `76. Si por caso, la participación del 48,1% correspondiese al 2010 la misma supondría que el salario promedio de la economía debería ser de $4.524 en lugar de los actuales $2.083 que releva la Encuesta Permanente de Hogares del INDEC (ver cuadro Nro 2), o bien deberíamos tener 25.730.681 ocupados en lugar de los actuales 11.844.454 ocupados, lo que equivaldría a afirmar que no solo estaríamos en una sociedad sin desempleo sino que estaríamos importando trabajadores del exterior (ver cuadro Nro 3).
Se trata obviamente de dos absurdos que revela la burda manipulación estadística de los indicadores sociales que realiza el aparato estatal, sea mediante el INDEC, sea mediante los dichos de la máxima autoridad pública de nuestro país.
Cuadro N º 2 (imagen): Salario promedio del conjunto de asalariados necesario para alcanzar una participación de la masa salarial (en su componente específico de Remuneración al Trabajo Asalariado) del 48,1%. Año 2010.
Cuadro N º 3 (imagen): Cantidad de puestos de trabajos asalariados que se crearían si, con la media salarial vigente, se destinara el 48,1% del PBI a los trabajadores. Año 2010.
Como resultado de la mayor regresividad que manifiesta la post –Convertibilidad los empresarios han expandido la apropiación en la distribución del ingreso en un 102,9% en 7 años (respecto a la expansión del 76,8% de los 8 años de la Convertibilidad).
• Más allá de los datos oficiales, y como resultado de la ausencia de los mismos hasta el año 2006, así como la manipulación de los datos desde el 2007, desde nuestro Instituto hemos elaborado un indicador que intenta aproximarse al concepto de distribución funcional. Se trata de medir la participación de la masa de ingresos de los sectores populares en el PBI. Dentro de la masa de ingresos de los sectores populares involucramos la masa salarial (tanto registrada como no registrada), el ingreso de los trabajadores por cuenta propia, los planes sociales (desde el Plan Jefas y Jefes de Hogar del 2002 hasta la Asignación Universal por Hijo del 2009, el Ingreso Social con Trabajo, etc), la masa de jubilaciones y pensiones, y los aportes que hacían los trabajadores a las AFJPs. Comparamos esta masa con el PBI a precio de mercado, porque consideramos que los sectores populares se enfrentan a los precios de los bienes con los impuestos incluidos (el IVA, y todos los que se trasladan al precio del bien que consumen). Esta masa de ingresos de los sectores populares representaba el 33,4% en el 2001, y en el 2010 representa el 27,6%. Nótese como la dinámica de este indicador es prácticamente similar a la Cuenta de Generación del Ingreso del INDEC para el período 2001 – 2006 (es decir antes de la intervención).
Sobreestimando la participación de los sectores populares, el período que arranca en el 2007 muestra una sostenido aumento de la participación de los sectores populares, llegando a un punto máximo en el 2009 (en plena crisis externa y recesión interna) pero con un valor aún por debajo del 2001 (del 32,4%). Lo que sí se observa también es que el crecimiento del 2010, luego de la recesión del 2009, se asienta sobre una pauta de mayor desigualdad, toda vez que la participación de los sectores populares cae al 27,6% (prácticamente te el mismo porcentaje del año 2006). Ver cuadro Nº 6.
Cuadro Nº 6 (imagen): Evolución de la distribución funcional del ingreso según masa salarial* y masa de ingresos de los sectores populares. 2001 – 2010.
Resumiendo puede apreciarse que la ampliación de la desigualdad está presente durante toda la etapa abierta a partir del 2007.
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